Seguro que muchas veces has estado frente a los libros hasta por media hora y no empiezas a estudiar. Acto seguido te levantas de la silla y das vueltas por la habitación o buscas cualquier excusa para no comenzar a realizar tus asignaciones.
En otras palabras, estás desmotivado, tienes pereza. Pero no te preocupes, todo tiene solución. Por eso en este artículo te vamos a ayudar a vencer la pereza para que puedas estudiar cuando no tienes ganas.
Ahora bien, cuando estás en ese estado de letargo en el que no tienes ganas de hacer nada, puede ser que decidas realizar alguna actividad de ocio con el fin de distraerte y olvidar todo lo que tienes pendiente.
Aunque es indudable que mientras te distraes estás pensando en todas las asignaciones y exámenes que tienes por delante y que necesariamente deberías realizar. Por consiguiente, sientes preocupación y tienes la sensación de cansancio o fatiga.
De esta forma no aprovechaste el tiempo en forma productiva ni disfrutaste del ocio. Entonces es mejor desde el principio no perder más tiempo y vencer la pereza. Pero primero hay que conocer bien al enemigo para poder vencerlo.
Pueden ser varias las razones por las cuales sientes desánimo para emprender una tarea. Lo primero que debes hacer es autoanalizarte y así encontrar dónde está el problema.
Para ello, debes estar en un lugar tranquilo y de tu agrado, apaga el móvil y trata que nadie te moleste.
Luego relájate, realiza respiraciones profundas varias veces y piensa en cuál es el aspecto que te está molestando y te impide continuar con el logro de tus objetivos. Seguidamente, toma papel y lápiz y haz una lista con todos esos aspectos que pensaste.
Si todavía estás muy confundido y no se te ocurre nada, aquí te vamos a ayudar exponiendo algunos de los problemas más comunes por los que pasan muchos alumnos cuando están estudiando, sobre todo si están cursando una carrera universitaria.
En muchas ocasiones hay asignaturas que debes cursar y no te gustan. Aunque la carrera que estás estudiando sí sea la correcta, siempre te vas a encontrar con algunas de estas materias que simplemente no son de tu agrado.
Si algo no te gusta, pero tienes que hacerlo, piensa en que es mejor salir de eso lo más rápido posible. Imagínate que repruebes, entonces vas a tener que volver a cursarla. Mejor ponte a estudiar, aprueba y terminaste con el problema.
No siempre todos los profesores van a ser de tu agrado, alguno o algunos por algún motivo terminarás detestando con todo tu ser. Los profesores, al igual que el resto de las personas que conoces, tienen características particulares.
Puede ser que el profesor tenga un tono de voz muy alto, o sea muy mandón, con carácter fuerte o muy permisivo. A lo mejor cuenta chistes malos o se viste totalmente desfasado de la moda actual, también puede ser que sea muy engreído. Cualquiera que sea el caso a ti simplemente te es antipático.
Piensa en tu profesor como en una persona que tiene virtudes y debilidades. Tu profesor es un adulto más en tu vida que seguro en el momento en que lo necesites allí va a estar para orientarte, aconsejarte, ayudarte y ofrecerte el punto de vista de un adulto.
Porque no compartas algunas de sus características no quiere decir que sea una mala persona, seguro que si lo conoces mejor te vas a sorprender.
Durante tus estudios a menudo vas a conseguir alguna asignatura que te resulte más difícil de entender que otras. Comienzas a estudiar y por mucho que lees y analizas no logras entender, entonces llega el momento en que pierdes la motivación y tienes que estudiar cuando no tienes ganas.
Lo primero es fijar un horario de estudio. Si todavía estás a tiempo, repasa constantemente. Utiliza las técnicas de estudio, prepara cuestionarios y luego respóndelos.
Estudia con compañeros que comprendan bien la materia. Pide ayuda a tu profesor para que te aclare las dudas que tengas. Y, en última instancia, toma un curso extra.
Muchos estudiantes se encierran en el “yo no puedo” y esto conlleva al fracaso. Cuando esto sucede varias veces siempre tienen en su mente ese temor a fracasar y terminan con su autoestima baja. Si esto te ocurre muy a menudo, es mejor consultar con un especialista, el cual te va a ayudar a superar esta situación.
La falta de objetivos es una de las principales razones para no sentirse motivado a estudiar. De modo similar ocurre si sales de tu casa y no sabes a dónde te diriges. ¿Qué ocurre? Seguro te pierdes. Igual sucede con los estudios.
Busca tus metas a corto, mediano y largo plazo. Piensa en mejorar, en aprobar el examen con altas calificaciones, en graduarte y luego trabajar en lo que te gusta y ganar dinero para mejorar económicamente. O simplemente piensa en complacer a tus padres que seguro se lo merecen y se sentirán orgullosos de ti.
Muchas veces llenamos nuestras agendas de un sinfín de ocupaciones. Hacer deporte, asistir a fiestas, complacer a tus padres y amigos, cursos extra cátedra, jugar, etcétera.
El tener muchas cosas para hacer y en qué pensar puede afectar tu concentración en los estudios.
Debes organizarte, busca un tiempo reservado en el día solo para estudiar. Equilibra el momento de hacer deportes con el de tus otras ocupaciones. Reserva un tiempo para el ocio y para compartir con tu familia. Todo se puede hacer con organización.
Cuando te sientes cansado física y mentalmente es seguro que no tienes ganas de estudiar. Además, no es aconsejable que estudies cuando te sientes agotado, esto traería consecuencias graves para tu salud.
Este punto está muy relacionado con el anterior, todo tiene que ver con la organización. Planifica un horario en donde dejes un espacio para descansar, estudiar, divertirte y compartir.
Ahora bien, cualquiera que sea la razón para no estudiar cuando no tienes ganas, la mejor solución es motivarse. Para que lo logres, aquí te ofrecemos una serie de consejos para que la hora de estudiar sea mucho más llevadera. Recuerda que todo es cuestión de costumbre, si practicas a diario estas recomendaciones seguro mejoraran tus calificaciones.
Para finalizar, es importante que recuerdes que lo principal es que te plantees tus objetivos a corto, mediano y largo plazo. No se puede ir a ningún lado si no se sabe hacia dónde se va. Cuando tengas claros tus metas u objetivos y observes que los vas desempeñando bien, entonces tu motivación para seguir estudiando aumentará.
También es importante no olvidar siempre comenzar por los objetivos a corto plazo, así los objetivos a mediano y largo plazo llegarán prácticamente solos. Revisa cada cierto tiempo si estas cumpliendo con lo planteado y motívate a seguir.
“La gente con metas triunfa porque saben a dónde van…” Por eso siempre debes estudiar cuando no tienes ganas.